años está cumpliendo Sandra Viviana en 2016. Sus padres esperan que vuelva algún día al seno de su hogar.
«Antes de su desaparición, estaba convocando una reunión de una red de organizaciones de defensa de los humedales, que como vemos hoy en día en esta región, han venido siendo secados en beneficios de la industria de la caña”, HILDEBRANDO VELEZ, AMBIENTALISTA Y AMIGO DE SANDRA VIVIANA.
José Dumar Cuéllar tiene tres certezas: que tiene 62 años, que a diario debe ir a abrir su granero y que Sandra Viviana sigue con vida. Ella, su hija, la joven ambientalista que desapareció como si se la hubiera tragado la tierra hace cinco años, dice él, debe estar viva.
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“Si a ella la hubieran querido matar, lo hubieran hecho ahí mismo. Es más barato y el delito queda ahí. Ya habrían encontrado los restos o habría llegado alguna información, por algún cabo sueldo que hubiesen dejado. Pero no. En la desaparición forzada las cosas ocurren así: ni el Estado sabe qué pasó”, dice.
Son las 9:12 a.m. del 17 de febrero de 2016 y estamos sentados en una pequeña tienda ubicada en la esquina frente al granero que José Dumar atiende hace 15 años, ahí, en un deprimido sector del barrio Sucre, en pleno centro de Cali. El hombre toma un poco de café humeante. Su mirada luce cansada, apagada.
“La última vez que la vi fue cuatro días antes de la desaparición. Ella se había reubicado en un apartamento en Miraflores y estuvimos colaborándole en el trasteo. Luego, ese día, hablamos por teléfono… Hasta ahora… En esa larga ausencia de ella, sin saber dónde está”.
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Son más o menos la 1:00 p.m. del 17 de febrero de 2011 y estamos en el sector del Terminalito, en la salida de Cali. Sandra Viviana sale a tomar un bus que la llevaría hacia la Universidad Nacional de Palmira, donde comenzaría una serie de conferencias académicas sobre temas medioambientales. Sería su inicio como docente.
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Minutos antes había estado en la casa de sus padres, en Los Alcázares, vivienda que hasta hacía cuatro días, antes de trastearse a Miraflores, era su hogar también. Ahí habló con su hermano Diego, hizo una búsqueda en el computador y habló con su mamá por teléfono. Luego almorzó y salió.
En ese lapso, desde que sale de Los Alcázares hasta su llegada al Terminalito, Sandra Viviana desaparece. Es pleno mediodía de un día laboral, común y corriente, y entre los dos puntos no hay más de un kilómetro, pero ella desaparece.
Dos días después, el 19 de febrero, en medio de la incertidumbre de los familiares que ya la buscan, encuentran su maletín en inmediaciones del puente sobre el río Cauca, la frontera natural entre Cali y Palmira. En el maletín están sus cuadernos, sus libros y su cartera, con sus documentos y sus tarjetas bancarias. De la cuenta no han sacado dinero. Luego, encuentran su celular. Se descarta que entonces se hubiera tratado de un caso de robo. Se confirma también que Sandra Viviana Cuéllar, la ingeniera ambiental de 26 años, está desaparecida.
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Después de cinco años, las investigaciones para hallar a Sandra Viviana o establecer qué fue lo que le ocurrió, no han dado ningún resultado. De hecho, según Hildebrando Vélez, ambientalista y amigo de la joven, “no ha habido una investigación realmente”.
“No ha habido resultados en la búsqueda pese a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ordenó al Estado colombiano mantener las investigaciones. Pero eso no se ha dado. Cada que los fiscales tienen que informar al Cidh hacen dos o tres entrevistas con los familiares y mandan un reporte. Pero no ha habido una investigación a fondo”.
José Dumar agrega que el caso de Sandra Viviana ha pasado por cuatro fiscalías y doce investigadores, pero no se han visto resultados. “El proceso está quieto. Inclusive, la Comisión Colombiana de Juristas, que fue la que abordó a la Cidh, está formulando un juzgamiento contra el Estado en el caso de Sandra, por no garantizar el proceso de investigación y por negligencia e incapacidad. Después de cinco años algo se debería saber”.
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¿Por qué y quiénes desaparecieron a Sandra Viviana? En el tintero hay varias hipótesis. Una de ellas es la que tiene relación con sus labores de activismo en temas de derechos humanos para los corteros de caña y contra el monocultivo de dicha planta en la región.
“Esa es una de la hipótesis que se maneja. Días antes de su desaparición ella había estado en uno de los juicios que se les seguía a los trabajadores por una huelga que habían hecho en un ingenio. Pero antes de eso, cuando estuvo vinculada laboralmente con una organización ambientalista, ella había realizado unas actividades de investigación sobre el tema de la caña de azúcar. En ese momento, organizó una gira internacional de delegados de diferentes países a los que acompañó a ver la situación del avance de la industria cañera en detrimento del medio ambiente”, explicó Vélez.
Sandra Viviana también había emprendido campañas contra las plantaciones de eucalipto y pino por parte de la industria del papel en las laderas de las montañas del Valle del Cauca, además de denunciar la destrucción de la cuenca del río Cauca por los agroindustriales.
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“Antes de su desaparición, estaba convocando una reunión de una red de organizaciones de defensa de los humedales, que como vemos hoy en día en esta región, han venido siendo secados en beneficios de la industria de la caña”, agregó el ambientalista.
Pero otra hipótesis que maneja José Dumar apunta precisamente hacia el otro lado de la balanza. Según él, y basado en información que le han dado varias personas en marchas del Día del Trabajo o eventos de derechos humanos, Sandra Viviana podría haber sido reclutada por grupos insurgentes de izquierda.
“Por el perfil de ella, por su conocimiento y su capacidad de gestión, era una persona apetecible para todo medio: desde el Estado hasta el otro extremo. Estas versiones han sido desvirtuadas por las autoridades, pues según ellos no encaja. Pero es una hipótesis de las tantas que caben”.
Lo cierto es que José Dumar y su familia mantienen viva la imagen de Sandra Viviana, tanto como la esperanza de volverla a abrazar algún día.
– Partamos de la premisa suya de que ella está viva. ¿Ha pensado cómo será el reencuentro?
– Yo sí lo he pensado. Pero creo que las vidas ya no van a ser iguales. Siempre habían sido paralelas, ella siempre fue muy independiente, muy libre. Pienso que el reencuentro sería lo mejor que puede ocurrir. Pero después de cinco años hay una transformación, entonces soy muy consciente que las cosas no serán lo mismo. Ya nada volverá a ser igual.
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