Los problemas diarios que enfrentan los caleños que se mueven en bicicleta

Unos 40 minutos se demora en su bicicleta Nathaly Zapata yendo todos los días desde su casa a su trabajo. No serán más de cuatro kilómetros de distancia, pero entre Miraflores y el sector céntrico de Centenario, son muchos los inconvenientes que se encuentra para circular en su medio de transporte.

Primero debe bajar hasta la Calle 5, la vía plana más directa para hacer su recorrido. Debe atravesarla, pasando apeada de su bicicleta por un puente peatonal que no tiene rampa para discapacitados.

Una vez se encuentra al otro lado, “comienza la travesía”, dice Nathaly. Debe conducir evitando el tráfico pesado de la hora pico de la mañana, en una de las vías más concurridas de Cali, entre la Biblioteca Departamental hasta la Calle de la Escopeta.

“En el camino los carros y las motos me arrinconan contra el andén”. Entonces le toca frenar. Cuestión de vida o muerte. Por ello, a veces decide pasarse al andén, que claramente tampoco es para que las bicicletas se movilicen.

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Después, ya en el sector del centro, toma en contraflujo por la iglesia La Merced hasta el Bulevar del Río, donde de nuevo le toca bajarse de su medio de transporte, por ser este un tramo exclusivo de los peatones.

Llega a un parqueadero del centro donde paga $1000 diarios para que le guarden su bicicleta y, después de sortear el tráfico, la falta de infraestructura vial y la falta de conciencia de los conductores de automóviles, logra llegar a su destino.

Situaciones como la de Nathaly viven a diario más de 200.000 caleños que, según se estima, usan bicicletas como medio de transporte para llegar a sus trabajos, lugares de estudio o de hecho para llevar a cabo alguna actividad laboral.

Según lo explicó Duvalier Sánchez, excandidato a la Asamblea Departamental del Valle y vocero de la cultura de la bicicleta y la movilidad sostenible, al menos un 8% de los caleños se mueven ‘dando pedal’.

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“Cali es la ciudad capital de todo Colombia que más usuarios tiene. La última Encuesta de Movilidad de Metrocali, hecha en 2015, dice que un 8% de las personas usan la bicicleta como medio de transporte. Eso es una cifra muy alta. Para hacer un comparativo, la misma encuesta dice que el 8,1% de los caleños usan taxi”, explica Sánchez.

Sin embargo, otros estudios sugieren que dicha cifra puede ser mayor, como lo asegura Eduardo Cobo, cofundador de los Cicloamigos de Cali, la asociación pionera en la capital del Valle del Cauca en la promoción y defensa del uso de la bicicleta como medio de transporte.

“Datos de un grupo de investigación de la Facultad de Salud Pública de Univalle dicen que el 12,6% de los caleños se mueven en bicicleta. La bicicleta es tomada por muchos como medio recreativo o juguete para niños, pero lo cierto es que miles de personas la tienen como medio de transporte”, aseguró.

Y pese a que la importancia de este vehículo de dos ruedas es vital en la manera como se movilizan los caleños, los problemas de falta de infraestructura vial, inseguridad en las calles y robos están a la orden del día, indican los expertos.

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“El tema de la mortalidad es crítico. La accidentalidad aumenta año tras año. En 2010, podríamos tener 1000 ciclistas accidentados en el año, pero en 2015 tuvimos 2000. Se duplicó la accidentalidad en solo cinco años y anualmente crece unos 200 ciclistas accidentados por año. Además, según Medicina Legal, cada semana muere por lo menos un ciclista en Cali”, manifestó Cobo.

Para Sánchez, el tema va más allá, pues Cali cuenta con condiciones geoclimáticas y topográficas únicas que permiten que la bicicleta se convierta en una verdadera alternativa para solucionar problemas de movilidad, de contaminación y de uso sostenible del espacio público.

“Históricamente, la institucionalidad ha sido miope con el tema de la bicicleta. Es necesario que se trabaje en pasar de 34 kilómetros de ciclorruta que tenemos, a construir por lo menos 116 kilómetros más, para poder tener una red en forma de telaraña que permita que la gente pueda ir de principio a fin, desde su lugar de origen hasta su destino, en la ciclorruta, sin necesidad de salirse al carril de los carros”, dijo el experto.

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Los trabajos de infraestructura deben ir de la mano con medidas como buena iluminación, acompañamiento de la Fuerza Pública para evitar hurtos y programas de cultura ciudadana para educar a los conductores de vehículos sobre el uso de la bicicleta, indicó Sánchez.

“Hay que trabajar duro el tema de la cultura. A los vehículos les estorban las bicicletas en la vía, por eso a veces los cierran, les tiran el carro. Y ante esto, el ciclista también conduce a la defensiva, entonces es reaccionario. Eso genera conflictos. Es básicamente un problema de cultura y respeto. Al ciclista se le debe valorar porque gracias a él hay más espacio en la vía y hay menos contaminación”, señaló el vocero de la cultura bici.

Por lo pronto, mientras se avanza en la construcción de ciclocarriles y en programas de educación, tanto Nathaly como los más de 200.000 caleños que pedalean deberán seguir en la travesía diaria de evitar un choque, pues, como dice Sánchez, “el casco salva raspones, pero la ciclorruta te salva la vida”.