de los consultados en la encuesta ‘Cali Cómo Vamos’ se sienten orgullosos de ser caleños.
«Acá a la gente le falta lo de los servicios, pero tiene plata para rumbear. Acá se erotiza la vida». MAURICIO MINA, PSICÓLOGO.
La comida, los ríos, la salsa, el clima, los Farallones… Son muchos los motivos que nos hacen sonreír a los caleños cada día. Pese a los problemas diarios de vivir en una ciudad que cada vez crece más, la capital del Valle del Cauca es, sin duda alguna, una ciudad llena de felicidad.
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Porque la felicidad está ahí, en esas pequeñas cosas que tenemos en Cali y que los caleños sabemos apreciar como joyas de nuestra cotidianidad. La felicidad está en “la brisa de las 5:00 p.m., que es algo mágico”, como dice el realizador audiovisual Walter Echeverry.
“A mí me hace feliz vivir en una ciudad verde, que todavía no somos esas ciudades donde solo se ve cemento, que sigue siendo una ciudad relativamente pequeña, y la movilidad es mejor que en muchas otras partes. Me hace feliz sobre todo la comida”, dice la periodista Ángela Collazos.
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Incluso, a los caleños nos hace felices la misma felicidad de los demás. “Me hace feliz la calidez de la gente. Es una ciudad diferente por la amabilidad de las personas, hay buena recepción a turistas y extranjeros y no es difícil encontrar personas que te ayuden, que te orienten, que sonrían”, cuenta Miriam Jazmín Cortés, percusionista y profesora de música.
“Yo que he tenido la oportunidad de vivir en Medellin, Bucaramanga y Bogota, con toda seguridad puedo decir que lo que nos diferencia de las demás ciudades de Colombia son dos aspectos: 1) el don de gentes, esa alegría particular que tenemos los caleños, y 2) el microclima que se produce por la combinación de una agradable brisa que desciende por nuestros cerros tutelares proveniente del Pacífico entreverada por la gran cantidad de vegetación que aún existe en nuestros barrios”, explica el arquitecto Carlos Alberto Valdés.
Según los datos más recientes de la encuesta de Percepción Ciudadana de ‘Cali Cómo Vamos’, un 63% de los consultados se sienten orgullosos de ser caleños. También, el 68% de los caleños se encuentran satisfechos con Cali como una ciudad para vivir.
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Incluso, en el sur de la ciudad, en comunas como la 10, 17, 18 y 22, donde han sido habituales problemas como la movilidad lenta, los hurtos y los problemas de abastecimiento de agua por cortes no programados, este número alcanza el 72%.
En el oriente de Cali, en las comunas 13, 14, 15 y 21, históricamente las más golpeadas por la pobreza y fenómenos como el microtráfico, los homicidios y el enfrentamientos entre pandillas, un 67% de los encuestados están satisfechos viviendo en Cali.
Pero, ¿por qué somos felices los caleños? ¿Cómo se explica esa sonrisa fácil que nos caracteriza? Mauricio Mina, psicólogo y maestrante en Filosofía de la Universidad del Valle, asegura que se debe a la mixtura cultural que la capital del Valle del Cauca tiene con el Caribe y las migraciones del Pacífico.
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“En un escenario donde la seguridad no fuera un problema, el caleño podría vivir tranquilamente con las puertas abiertas, como en las poblaciones costeras. Y el vecino podría regañarte y tu papá lo apoyaría. Venimos de una cultura de personas que viven juntos, hablando y compartiendo la vida. Por eso es que en los barrios populares hacen una sola fiesta para todos en la cuadra”, arguye Mina.
Según el psicólogo, prácticas culturales como la salsa, el baile y nuestra manera de acercarnos a la vida son “muy costeñas, muy caribeñas”, por ello según él, nos parecemos a los cubanos, los boricuas o los dominicanos.
“La felicidad de Cali radica en la riqueza musical y cultural. Dicen que Bogotá y Medellín son más ricas que Cali hablando de cultura, pero eso no es cierto. Acá hay grandes exponentes de manifestaciones culturales como el audiovisual, la literatura, el teatro, la música, que tuvieron gran impacto en Cali y en Colombia”, resaltá el académico.
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Mina explica que esa gran tradición cultural que desde siempre se ha desarrollado de diferentes maneras y con diferentes exponentes en Cali, ha funcionado como un anestésico, una manera de soportar la realidad, la violencia y la pobreza.
“La erotización de la vida y el cuidado de las artes hace que el caleño se dé al ‘dandismo’, los caleños somos felices por que apreciamos la cultura. Acá a la gente le falta lo de los servicios, pero tiene plata para rumbear. Acá se erotiza la vida; si hay buen cine, si hay buena salsa, no hay problema”, subraya el psicólogo.
Eso que esboza Mina desde su perspectiva académica, lo insinuó a su manera la comunicadora Ginna Betancourth. “Yo defino a Cali en una palabra: sabor. Y te hablo desde lo gastronómico, su clima, la calidez de su gente, sus ritmos, su son. Cali sabe muy bueno, desde donde lo mirés”.
¿Y a vos, caleño lector de PUBLIMETRO, qué te hace feliz? ¡Contános!